La conservación del patrimonio arquitectónico en España experimentó una radical transformación entre 1919 y 1939, mediante la que pasó de mantener una práctica y unos principios teóricos basados en el historicismo romántico, a desarrollar los conceptos innovadores de la restauración científica, de acuerdo con las corrientes internacionales que confluyeron en la Carta de Atenas.
En esos veinte años se formuló una alternativa a las restauraciones historicistas, se desarrolló un método innovador de actuación, se creó un cuerpo técnico de inspección e intervención y se realizó una notable acción de conservación y restauración del patrimonio arquitectónico. Este importante desarrollo, sin embargo, quedó interrumpido por la guerra civil, que entre 1936 y 1939 devastó el país y que a su término dio paso a una acción institucional que utilizó criterios más cercanos al historicismo de comienzos de siglo, que a la restauración científica.